El solsticio de invierno, que se produce en diciembre para el hemisferio norte y en junio en el hemisferio sur, es la noche más larga del año y es honrado por muchas tradiciones como un tiempo sagrado y rico. Los equinoccios y los solsticios marcan el punto 0º grados de los signos cardinales y en esta oportunidad señala la entrada del signo de Capricornio.
En la antigüedad, y para algunos hoy en día, la oscuridad de la noche más larga del año es la cuna espiritual en la que renace el sol. Una noche para recogerse en torno al fuego o a un conjunto de velas para volver a llamar al Sol. Es también un tiempo sagrado de descanso antes del despertar y la acumulación lenta de energía hacia los días más largos.
En un contexto más amplio este fenómeno evidente de la relación Tierra-Sol, el sistema solar y todo lo que yace más allá, pone al relieve al mismo tiempo y en todo el mundo, el sentido de unidad planetaria. Por esta razón, desde una perspectiva astrológica tanto los equinoccios como los solsticios, y en especial el de invierno, describen los cambios de conciencia de todo el planeta y se presentan como una gran oportunidad para meditar.
La esperanza y el sentido de pertenencia
Esta época del año se asocia con la luz: el nacimiento del sol, los fuegos artificiales, las hogueras, las chimeneas, las luces de bengala y, por supuesto, las velas.
Hanukkah, en la tradición judía, es el Festival de las Luces, son 8 días de la iluminación ritual de la menorá. En la fe cristiana está la corona de adviento y en el norte de la Europa pre-cristiana, se efectuaba la quema en la hoguera de un tronco de Navidad, en la actualidad esta tradición se ha transformado con las luces que adornan el árbol de las decoraciones navideñas.
Las luces son un recordatorio de la luz interior y la esperanza para el retorno de los días soleados. Se cree que la tradición durante la temporada de las luces y las celebraciones de estas fechas, son un intento de equilibrar la oscuridad del invierno. Los encuentros ayudan a llevar con armonía la época oscura del año. Hay una melancolía que puede ser abrumadora pero el solsticio de invierno, como una celebración del nacimiento del sol, brinda la promesa de un nuevo comienzo.
Las fiestas y las reuniones de esta época del año son la respuesta al anhelo de un sentido de pertenencia, de ser parte de una tribu y de la sensación de tener un profundo vínculo de familia.
Un momento de gran alcance mágico
La luz del Sol comienza un nuevo ciclo solar en el solsticio de invierno. Los rayos brillan en la oscuridad y nutren la vida del recién nacido que hay que cultivar. Esto se refleja en la naturaleza, en las semillas que están enterradas en la oscuridad de la Tierra para salir una vez más con los rayos vivificantes del Sol.
La noche más larga es un tiempo fructífero para las intenciones de ajuste, que dan a luz con el Sol recién nacido. Lo que se conciba ahora, puede crecer con el Sol y ganar impulso en la primavera. En estos momentos, se puede iniciar una tradición de establecer las intenciones del solsticio de invierno y en un año, ver como muchas de ellas han llegado a ser. La oscuridad antes del amanecer, al igual que las lunas nuevas, puede ser un momento de gran alcance mágico para elaborar lo que le gustaría que suceda en el nuevo año.
En el gráfico astral para el Solsticio de Invierno de este año todos los planetas están en movimiento directo, a excepción de Júpiter que lo hará el 26 de diciembre. Durante 3 semanas después de este día todos los planetas se moverán en directo, un indicador o una ventana de oportunidad, tal vez de avanzar y seguir adelante con ella. ¡Qué gran comienzo para todas resoluciones del año nuevo!