Estar enérgico deviene de actitudes enérgicas. No lograrás tener energía quedándote en la cama o teniendo pensamientos negativos y que te desgasten. La actividad física es un gran generador de energía, y esto no significa necesariamente hacer un deporte o salir a correr por la mañana. Hay pequeños cambios que producirán grandes resultados en poco tiempo. Acostúmbrate a pensar en activo. Cuando veas una escalera, no subas automáticamente por la escalera mecánica o por el ascensor. Tienes dos piernas; úsalas. Si tu trabajo no está muy lejos, despiértate un rato antes y ve caminando. Si está a mayor distancia, puedes utilizar la bicicleta. No hay nada más hermoso que comenzar la mañana moviendo todo el cuerpo, y el sol de la mañana acariciando tu cuerpo mientras manejas tu bicicleta es una de las sensaciones más bonitas para comenzar un día agradable. Acostúmbrate a caminar. Usa menos los transportes públicos y camina más. No pienses que es una pérdida de tiempo. El bienestar físico no es nunca una pérdida de tiempo, y notarás que te sientes mejor. No es necesario que con tus amigos se encuentren siempre en una casa o en un bar, también pueden charlar mientras caminan, recorriendo el barrio o zonas agradables donde no sueles transitar. Por supuesto, hacer un deporte, ya sea un arte marcial, yoga o simplemente ir al gimnasio, será de ayuda. También salir a correr tanto sea por la mañana como por la noche, cuando vuelves del trabajo. Pero con estos pequeños cambios harás avances energéticos enormes. Acostúmbrate a pensar en activo. Haz de mover el cuerpo un hábito. Recuerda: tienes dos piernas y dos brazos. ¡Úsalos!
Mente positiva
Hoy en día ya no es una sorpresa que la mente puede ahorrarnos energía o provocarnos todo lo contrario, un consumo impresionante de nuestra fortaleza física. El estrés es un problema conocido por todos. Hay muchas maneras para que la energía se filtre de nuestro cuerpo: teniendo una vida sedentaria y pasiva, realizando digestiones fastuosas que nos requieran montones de tiempo para recuperarnos, y también el desgaste emocional y psíquico. Así como es un bonito y productivo hábito agradecer cada mañana por tener un nuevo día, ir transformando pensamientos usualmente negativos en positivos te recompensará de manera inmediata. Utiliza “check points”, es decir, momentos del día en que haces un registro sobre cómo te sientes, cómo van tus emociones y cómo quisieras estar, cómo quieres que continúe tu día. No esperes el final del día para repasar cómo estás, o quizás esa charla nocturna con un amigo o con tu pareja para descargar tensiones. Cuidar la energía y recargarte es un trabajo de cada hora. Cuando desayunas, tómate tu tiempo para pensar qué quieres y proyectas para este día nuevo; cuando almuerces, tómate tu tiempo para ingerir cada bocado con tranquilidad y agradeciendo esa comida que pasará a formar parte de tu cuerpo en un instante, haz un balance de lo que ha sucedido en tu día y cómo quieres que siga; cuando salgas del trabajo, no te permitas ingresar en las tensiones de mucha gente que vuelve a su casa nerviosa e irascible. Es tu momento, disfruta tu vuelta a casa y no te dejes distraer por los percances que puedan suceder (ya sea que haya problemas en el transporte o problemas en el trabajo). Aprende a dar vuelta la ecuación. Lo que antes era malo, transfórmalo en bueno. Acepta el presente, con todo lo que sucede en éste, y aprende a controlar tus emociones. Ante una misma situación puedes reaccionar de manera positiva o de manera negativa. Si reacciones de forma positiva, con una sonrisa, aceptando lo que sucede, ahorrarás una inmensa energía que puede estar destinada a causas mejores. No lo dudes, puedes hacerlo. Recuerda: una mente positiva se cultiva día tras día y con paciencia, y los cambios que se producirán en tu nivel energético serán considerables.
Un sueño reparador
Dormir es de vital importancia. Es aquí donde por excelencia recargas tus energías. Es el momento clave para centrar tu atención en tu fortaleza física y mental, y es el instante en que cierras un ciclo y abres otro: acabas un día y te preparas para darle la bienvenida al siguiente. Por eso, hazlo de la mejor manera. La calidad del sueño suele ser menospreciada o al menos no tenida lo suficientemente en cuenta. Cuando llevábamos una vida en la naturaleza, sin los valiosos avances en energía eléctrica, por inercia manteníamos un reposo adecuado, nos introducíamos de manera perfecta en nuestro “reloj biológico”. Cuando el sol se pierde en el horizonte, todo en la naturaleza y en nuestro cuerpo se predispone para la reflexión, la serenidad y el descanso. Muchos hábitos propios de nuestra cultura como estudiar hasta tarde, trabajar después de hora, salir a beber con amigos, no nos permiten hacer un uso adecuado de esta valiosa herramienta energética que es el sueño. Esto no quiere decir que cambies por completo tu forma de vida. Significa que seas más consciente y puedas actuar en consecuencia. Si duermes antes de la medianoche, especialmente alrededor de las diez u once de la noche, tu cuerpo podrá descansar de una forma muy superior. Si antes de dormir mantienes la mente serena y reposada, en lugar de mirar televisión o tener discusiones importantes, tu cuerpo entrará en el sueño de una manera mucho más agradable y eficiente. Si además lo has acompañado con una cena liviana temprana, de modo que la digestión no perturbe tu recarga energética mientras duermes, los beneficios serán considerablemente superiores. Pruébalo: acuéstate relajado y temprano, con el estómago liviano y la digestión ya finalizada, duerme sin utilizar aparatos tecnológicos como la televisión, la computadora o el celular, y notarás la enorme diferencia en la calidad de tu descanso. A la mañana te sentirás vivaracho, y eso se traducirá a un aumento notable de tu caudal energético. A veces los cambios más simples son los más efectivos. Recuerda: tener energía depende de ti, y sin lugar a dudas tú puedes hacerlo. Prueba seguir estos consejos con paciencia, como si fueran una medicina. Verás resultados que te dejarán impactado.