Por: Christopher Barquero. Periodista y Personal Coach
Si bien es cierto el fin de año es un buen pretexto para hacer una lista de propósitos (que bien podemos hacer en cualquier momento), en muchas ocasiones parte de esa lista son algunos que ya llevamos años o meses arrastrando que no nos hemos decidido a cumplir. Muy probablemente eso se deba a que no cerramos ciclos. Seguimos postergando cerrar puertas a lo que no nos conviene, a relaciones, a un trabajo, a trabajar con nosotros mismos en ser mejores o bien, porque cargamos basura emocional debido a que no hemos perdonado, no hemos cerrado un ciclo.
Es buen momento entonces, para antes de hacerte propósitos, cerrar ciclos. A continuación te comparto algunos puntos para cerrar ciclos de una forma práctica, concedidos durante una charla por el coach Fernando Portillo y a los cuales además, yo les he agregado algunas anotaciones propias. Recuerda que es necesario cerrar algunas puertas no por orgullo, sino porque no llevan a ninguna parte.
Sea cual sea el ciclo que debes cerrar, toma en cuenta lo siguiente:
Libérate: crea una lista con todos aquellos recuerdos y sentimientos que deseas sacar de tu vida, toma la decisión de liberarte de aquellas cosas que te afectan en el presente y escribe al lado de cada una de ellas cómo puedes resolverlas. Es necesario cortar todo lo que no aporte a tu vida, todo lo que no te deja avanzar, todo a lo que le abriste la puerta para que te afecte. No te lleves nada malo al año nuevo. Vacíate.
Celebra la vida: agradece, reconoce cada pequeño y gran regalo que hayas recibido a la largo de tu vida y en especial en este año. Si te es posible buscar la manera de hacerle llegar tu gratitud y buenos sentimientos a todas las personas que fueron un instrumento para la prosperidad, el avance, las bendiciones, aporte y tu vida en general, hazlo. Una llamada, un mensaje, una visita, un detalle nunca están de más. Sé agradecido. Recuerda que cuando generas luz, tarde o temprano, y sin esperarlo o quererlo, esa luz ilumina tu camino.
Suelta el remordimiento: no mires hacia atrás para resaltar tus errores ni para pensar en lo que pudiste hacer o lo que pudo haber sido, piensa que los errores forman precisamente parte de tu proceso de crecer y alcanzar el éxito, las metas , avanzar. Empieza a asumir que todo es aprendizaje, analiza en qué aportó a tu vida lo que haya sido difícil y asume el compromiso de corregir los errores y de aprender la lección, que esas situaciones llegaron a tu vida para que no las vuelvas a cometer.
Sana tus relaciones personales: toma la decisión de perdonar a todas aquellas personas que de una u otra manera afectaron y si es necesario pide perdón. Recuerda que el perdón no es quizás lo que deseas, pero se hace por obediencia y para poder sanar tú, más que la otra persona. Incluso si te hirieron pide perdón. Recuerda los pasos que ya te compartí en una columna previa sobre cómo perdonar. Es indispensable sanar las heridas del alma.
De pronto a esa persona que necesitas perdonar no quieres o sientes que debes hablarle, usa entonces una técnica parar liberarte de esa carga emocional. Por ejemplo, recomiendo mucho siempre a las personas que si no se deciden por ir y buscar esa persona que les hizo daño o llamarla o escribirle una carta y entregársela, pueden hacer una carta y una vez de que la tengan lista la pueden quema. Otro ejercicio es que pueden poner una silla delante de ellos con el nombre completo de la persona que les hizo daño y empezar por agradecerles como si la persona estuviera ahí, luego deben decirle todo lo que sienten, el rencor, el resentimiento, si es necesario gritar. Y si todavía sienten que les queda energía en contra de alguien, entonces pueden tomar una almohada y empezar a pegarle con las palmas de las manos hasta que saques todo lo que cargas (muy posiblemente por varios días te va doler la mano, pero es necesario que lo hagas con todas tus fuerzas y mientras lo haces dices todo lo que sientes). Estos ejercicios sirven también si esas personas de pronto ya no están en esta Tierra y quedó algo pendiente sin sanar.
Regresa la familia: regresa los amigos, a las personas que tú amas, es ocasión de reencontrarte con los tuyos, olvídate de lo que te hicieron y busca un acercamiento, tiende tu mano y celebra con ellos en esta época, es una oportunidad de cerrar ciclos y comenzar de nuevo deja el orgullo, el resentimiento, que la vida es muy corta y a veces entre la misma familia se pasan todo el año distanciados por simplemente no tolerar, no querer entender, respetar o hablar.
Todo está bien y va estar mejor: siempre tienes que saber eso. A pesar de todo lo duro que haya sido la situación que atravesaste –y estoy claro que de pronto durante este año enfrentaste y superaste muchas situaciones personales familiares, de amigos, de amores, económicas, de salud–, no importa, haz el esfuerzo de sonreír y saber que lo que sea que estés pasando también pasará. ¡Libérate de todo lo para que empieces más liviano y tengas más espacio para poder crear cosas positivas y para poder traer todo las bendiciones que la vida tiene para ti!
Ten presente que es más pesado empezar tus nuevos objetivos cargando tanto, es mejor si te vacías. Tu sabes cuáles son esas piedritas que te están molestando en tu vida y de las cuales te puedes sacudir.
Tú eliges. Y recuerda: ¡a sonreír, agradecer y abrazar tu vida!
¡Gracias por existir, compartir y estar!