“Cerrar y comenzar ciclos es algo que hacemos constantemente en la vida: el día y la noche, las estaciones, etapas de la vida –niñez, adolescencia, vejez–”, explica la sicóloga de familiar, María Elena López. “Cuando uno cierra un ciclo genera la sensación de liberación de recursos y de energía emocional, porque cuando uno emprende un negocio, un proyecto, una relación, dispone de todos ellos”.
Por eso es tan importante hacer cierres, especialmente a lo que lo atormenta: para liberarse. Los expertos sugieren que si algo culmina y lleva a feliz término, recupera esos recursos para nuevas metas y objetivos. Mientras que si no lo logra y no cierra ese ciclo, hay un desgaste de energía emocional. Como consecuencia se seguirá pendiente, apegado de ese algo: quedan heridas y/o sentimientos de culpa.
Esto, seguro, le generará malestar interior y afectará la salud emocional y hasta física: “Está comprobado que el sistema inmune funciona mejor con el positivismo”–dice el médico bioenergético, Pedro Castro–, “y los cierres, con toda la reflexión y emprendimiento de nuevos proyectos, le dará esa actitud positiva que hará que la energía fluya mejor por su cuerpo”.
Así es que para el 31 de diciembre, unos deciden hacer quemas de papeles, de muñecos de trapo (‘años viejos’) y hasta de hacerse baños de limpieza: esos rituales, para muchos innecesarios, tienen un significado y un propósito, son cierres palpables que además ayudan a volver a empezar.
“Los rituales cumplen con una función sicológica de concretar una actividad, hecho o acción, es la manifestación de un deseo (cambiar, terminar algo)”, manifiesta la sicóloga Sylvia Afanador. “Eso ayuda a liberar. Cuando se hacen cierres por situaciones complejas (la muerte de un familiar o amigo, la pérdida del empleo, la terminación de una relación, un traslado) esto permite empezar de nuevo y asumir de manera positiva lo que venga. Es poder reencauchar la esperanza y los objetivos, para poder iniciar otros”.
Algunos ejercicios para antes de ‘las doce’
Uno de los más populares es la quema de papeles en un tazón: en estos escribirá qué quiere olvidar, perdonar y terminar pero también agradecer. Puede hacer una oración o reflexión antes o después de la quema en la que lleve el compromiso de abrirse a nuevos proyectos y nuevos horizontes.
Otra forma que recomiendan los expertos es hacer una limpieza extrema en su hogar, saliendo de lo que no necesita pero también distribuyendo mejor el espacio para que la energía circule mejor: “ideal para fin de año sacar todo lo inservible y lo roto (hasta de los rincones) para eliminar la energía de estancamiento”, dice la experta en feng shui, María Clara Hernández.
Entre otras formas están: baños de limpieza (con aceites, rosas, esencias florales…), hacer una carta a ‘ese alguien’ diciendo todo lo que tiene que decir y botarla, meditar en un cuarto (en silencio o con música) y utilizando los beneficios energéticos de la aromaterapia y hasta unos optan por el yagé… “No hay una forma única y perfecta para hacer uno de estos rituales, la gente se puede inventar sus propios rituales, ponerle creatividad: la verdad espiritual está en lo que le nazca hacer” –opina el sociólogo Ricardo Díaz– “mi recomendación es que viva su cierre (y por supuesto su apertura a un nuevo ciclo) a su manera y ojalá no sea formateada por el comercio y los excesos (alcohol, rumba, comida)”.
Fuente: El Tiempo